lunes, 28 de noviembre de 2011

arrullando a mis hijitos

Últimamente la princesa suele pedirme que le cante una canción para que se duerma, ello generalmente ocurre cuando le resulta difícil conciliar el sueño. Yo siempre le canto “Duerme ya dulce bien…” y me invento casi toda la canción según me da la gana porque de verdad nunca me he sabido más allá de ese estribillo y el tonito de la canción. A veces quiere que la arrulle en mis brazos como cuando era bebe y en esos instantes siento que les canto a mis dos hijos porque siento que estamos tan conectados los tres, siento que ambos oyen el latir de mi corazón y mientras la princesa quizás recuerda esos momentos pacíficos en que estaba dentro de mi el bebe comienza a fabricar sus primeros recuerdos donde el latir de mi corazón se mezcla con mi voz y mi canción. En esos momentos me siento tan extraña, tan mamá y amo tanto tanto a mis hijos qu quisiera poder dejarlo todo todo para pasar más tiempo con ellos y para poder tener más paciencia porque el cansancio mata la paciencia.

viernes, 25 de noviembre de 2011

un poco de coherencia

Una amiga me contó que el otro día su hijo estaba almorzando pero por alguna razón se le había metido la idea de ir a la calle, así que ella le dijo: cuando termines de almorzar saldremos un ratito. El bebe de un año y medio comenzó a llorar reclamando la calle y ante la impotencia de la madre, el padre del niño lo abrazó y le dijo: esta bien vamos ahora ya después terminaras de almorzar.

Más allá de las consideraciones acerca de si condicionar la realización de alguna actividad al culminar el almuerzo sea un método adecuado o no me llamó mucho la atención la actitud del padre. El justifica su actuar en que detesta ver sufrir a su hijo y que regresando de la calle quizás tendrá más apetito y estará más tranquilo; yo creo que el padre ha actuado emocionalmente pensando únicamente en el momento sin medir el efecto de su actuar.

Me explico: al actuar de esta manera el padre ha validado el llanto como forma de reclamo (aunque es evidente que en un niño que apenas habla el llanto es una expresión válida para expresar varias emociones y exige de nosotros mucha atención para descifrarlo) y ha mandado el mensaje de que llorando se pueden conseguir las cosas, hay que tener en cuenta que el niño había verbalizado su requerimiento y que había recibido una respuesta razonada para el mismo pero la actitud del padre puede llevar a la conclusión de que no tiene sentido verbalizar de manera calmada un pedido (porque no se consiguen así las cosas) sino que mejor es gritar y llorar.

Lo más grave de todo es la manera en que se desautoriza a la madre en cuanto a los límites y condiciones que le pone a su hijo el mensaje que subyace allí es que lo que dice mamá no es tan importante como lo que dice papá.

Este es un episodio que dará al niño un indicio de cómo “deben” funcionar las cosas en la casa y la repetición de episodios similares acentuara la situación.

Yo les dije que debían conversar bien acerca de cómo hacer las cosas para estar de acuerdo y no mandarle mensajes contradictorios al bebe pero sobre todo para no andar desautorizándose mutuamente. Es importante que uno trabaje en equipo cuando cría a un bebe y debe trabajar en equipo con todos los involucrados: con la nana o con la persona que nos apoye en el cuidado del niño (si trabajamos), con el padre si vivimos con él, con los abuelos cuando los visitamos seguido y así con todos aquellos que tendrán influencia directa en la crianza del pequeño.

No debemos olvidar que el niño es como una pequeña esponja muy atento a todo lo que sucede a su alrededor, con alta capacidad de captación y un mayor entendimiento del que nosotros podemos darnos cuenta. No subestimemos a nuestros hijos, no creamos que porque son bebes no entienden lo que pasa a su alrededor o que lo olvidaran prontamente, quizás olviden el episodio pero no las conclusiones que de el sacaron.

No digo que esto sea sencillo, ¡no lo es! ¿Quién dijo que la maternidad lo era? Es sólo que tenemos que hacer nuestro máximo esfuerzo en ser coherentes con nuestros mensajes tanto verbales como no verbales.

martes, 22 de noviembre de 2011

caritas pintadas

El otro día la princesa andaba muy laboriosa en su cuarto así que me asome a ver que cosa hacia y me tope con que tenía unos garabatos de plumón rosa en la cara. Cuando le pregunte que por qué tenía la cara así decorada me dijo que se había pintado de rosa porque era bonito, de su conversación pude entender que en realidad esos garabatos eran el intento de mi hijita de tener una carita pintada como las que hacen en los cumpleaños. Tuve que explicarle que las caritas pintadas las hacían con colores especiales y que el plumón no era para eso.

Días después estábamos en una tienda mirando juguetes en mi intento de saber que cosa le puede gustar a mi princesa y así ver lo del regalo de navidad cuando de pronto la princesa se movilizó muy emocionada hacia un rincón donde había una chica haciendo caritas pintadas. En estos casos me asombra mucho la paciencia de mi hija, la comprensión que tiene sobre que hay que esperar su turno y su tenacidad en esperar a que la chica termine con varias otras chiquitas que estaban antes que ella. Me asombra y me hace felicitarme porque sé que yo le he enseñado estas cosas recalcándoselo cuando se sube a un juego o cuando estamos esperando que nos atiendan en algún supermercado o cosas así, pero es evidente que ella tiene mucha paciencia para cosas en las que esta interesada y respecto a las cuales las reglas son bastante claras: la chica pinta a una niña y las demás esperan su turno.

El tema de los turnos es muy importante para la convivencia y esta en nosotros enseñarle a nuestro hijitos a respetar el turno del otro, a hacer respetar tu propio turno y en casos de desorden crear el sistema de turnos que le de estructura a la situación; cuesta pero hay que estar atentos a crear esto desde muy chiquititos.

jueves, 17 de noviembre de 2011

El secreto y los superpoderes

Cuando la princesa estaba dentro de mi panza y se escondía tímida y recatadamente de los intentos del ecógrafo de descubrir su género yo siempre estuve convencida de que era una princesa mientras que mi esposo guardaba la esperanza de que fuera un niño que lo ayudara a perpetuar su apellido, que por raro y por la fuerte presencia femenina, tiene pocos exponentes y corre el riesgo (por lo menos en la mente de mi esposo) de extinguirse.

Decidir el nombre de niño fue tan sencillo como intocable y complicado decidir un nombre de niña; lo que para mi reforzó mi presentimiento de que era una niña la crecía en mi.

La princesa continuó ocultándose tercamente hasta que por fin un ecógrafo le sorprendió su secreto a los siete meses de gestación y nos lo comunicó dejando a su padre con la boca abierta (desbaratados sus sueños de juego de pelota y de carritos de carrera) y a mi convencida de que algún superpoder había adquirido con la maternidad.

La princesa llenó nuestras vidas de luz y de cosas rosas y desde el primer día engatusó a su padre para que la amará al infinito y más allá. El mundo comenzó a girar alrededor de sus requerimientos mientras que nosotros comenzamos a vivir y trabajar solo para ella.

Cuando el alien se afincó en mi; mi esposo. olvidando la perpetuación del apellido y complemente satisfecho de que su princesa le dijera príncipe papá y lo llenara de cariño convirtiéndose en la presidenta de su club de fans, me dijo que le gustaría tener otra princesa tan linda como la primera y por supuesto tan enamorada de él.

Yo, con mis superpoderes acrecentados, sentía que mi alien era un niño y se lo dije con el temor extraño de que se haga realidad mi premonición (porque da algo de miedo tener razón en estas cosas) pero sin descartar la posibilidad de que fuera otra princesa.

Cuando la curiosidad de mi alrededor me preguntaba que era yo simplemente decía: garantizó un ser humano y espero que este sano!!

Mi alien estaba placidamente acurrucado dentro de mí cuando el ecógrafo invadió su territorio mostrando los cinco deditos de cada uno de sus lindos piececitos y demostrando que tenía una nariz muy parecida a su hermana la princesa. Mientras mi esposo hurgaba en las imágenes tratando de descifrar el secreto, yo me alegraba de ver a mi bebe tan completo y sano, asombrándome de su tranquilidad y serenidad comparada con la movilidad que siempre tuvo la princesa en cada incursión del ecógrafo.

El ecógrafo no dijo nada, pero el informe comprobó mis superpoderes y dejo a mi esposo nuevamente con la boca abierta.

Yo no me explicó como he podido acertar de manera tan clara en ambas ocasiones, será que tengo un vinculo muy intenso con mis hijos??? Si es sí espero que dure toda la vida permitiendo que me tengan la confianza suficiente para contarme lo que les sucede y recurrir a mi cuando la vida les comience a poner las primeras encrucijadas.

Y ahora a seguir esperando…

viernes, 4 de noviembre de 2011

Tomar ciertas decisiones es difícil

A veces quisiera tener una bola mágica en la cual poder ver el futuro o quizás leer las mentes de ciertas personas para entender sus intenciones detrás de ciertas cosas pero no existen estas cosas y por ende uno debe tomar decisiones que pueden traer consecuencias inesperadas y hasta no deseadas.
Dice un viejo refrán que “quien no arriesga no gana” y podría ello instarte a tomar ciertas decisiones un tanto apresuradas pero nunca te dice que sería bueno medir que tan grande es el riesgo ni lo difícil que puede llegar a ser estimarlo cuando en realidad no se tienen datos certeros sobre las cosas y se trabaja sobre meras suposiciones.
Mi primer jefe fue un ingeniero industrial y siempre me preguntaba las cosas en función a porcentajes “¿cuanto es el porcentaje de avance de este tema?”, “¿en cuanto estimas que nos estamos arriesgando porcentualmente hablando?”, “¿Cuál es el porcentaje a nuestro favor?” y así sabia estructurarlo todo en porcentajes; para mi, que soy abogada, me resultaba difícil estimarle estas cosas porque el porcentaje era un tema que desde mi punto de vista solo tenía que ver con cantidades y las cosas que yo hacia tenían que ver con ideas. Con el tiempo he entendido este afán suyo y suelo pensar las cosas también en función a porcentajes y trato de cuantificar las cosas para poder tomar decisiones que me hagan sentir medianamente segura.
Hoy no tengo idea de que camino tomar: los riesgos son altos, las ganancias también lo son, en mi cabeza retumba el viejo dicho: quien no arriesga no gana y; sin embargo, comienzo a dudar de que realmente quiera pagar el costo de esta ganancia. Si me pongo fría y calculadora la decisión es sencilla pero lamentablemente no suele ser mi estado natural ser fría y calculadora, suelo ser un poco más humana y emotiva y siento que las otras cosas en juego, que no se pueden cuantificar en dinero, me pueden importar más.
Cuando uno es niño nunca se imagina lo complicada que puede llegar a ser la vida.