Una amiga me contó que el otro día su hijo estaba almorzando pero por alguna razón se le había metido la idea de ir a la calle, así que ella le dijo: cuando termines de almorzar saldremos un ratito. El bebe de un año y medio comenzó a llorar reclamando la calle y ante la impotencia de la madre, el padre del niño lo abrazó y le dijo: esta bien vamos ahora ya después terminaras de almorzar.
Más allá de las consideraciones acerca de si condicionar la realización de alguna actividad al culminar el almuerzo sea un método adecuado o no me llamó mucho la atención la actitud del padre. El justifica su actuar en que detesta ver sufrir a su hijo y que regresando de la calle quizás tendrá más apetito y estará más tranquilo; yo creo que el padre ha actuado emocionalmente pensando únicamente en el momento sin medir el efecto de su actuar.
Me explico: al actuar de esta manera el padre ha validado el llanto como forma de reclamo (aunque es evidente que en un niño que apenas habla el llanto es una expresión válida para expresar varias emociones y exige de nosotros mucha atención para descifrarlo) y ha mandado el mensaje de que llorando se pueden conseguir las cosas, hay que tener en cuenta que el niño había verbalizado su requerimiento y que había recibido una respuesta razonada para el mismo pero la actitud del padre puede llevar a la conclusión de que no tiene sentido verbalizar de manera calmada un pedido (porque no se consiguen así las cosas) sino que mejor es gritar y llorar.
Lo más grave de todo es la manera en que se desautoriza a la madre en cuanto a los límites y condiciones que le pone a su hijo el mensaje que subyace allí es que lo que dice mamá no es tan importante como lo que dice papá.
Este es un episodio que dará al niño un indicio de cómo “deben” funcionar las cosas en la casa y la repetición de episodios similares acentuara la situación.
Yo les dije que debían conversar bien acerca de cómo hacer las cosas para estar de acuerdo y no mandarle mensajes contradictorios al bebe pero sobre todo para no andar desautorizándose mutuamente. Es importante que uno trabaje en equipo cuando cría a un bebe y debe trabajar en equipo con todos los involucrados: con la nana o con la persona que nos apoye en el cuidado del niño (si trabajamos), con el padre si vivimos con él, con los abuelos cuando los visitamos seguido y así con todos aquellos que tendrán influencia directa en la crianza del pequeño.
No debemos olvidar que el niño es como una pequeña esponja muy atento a todo lo que sucede a su alrededor, con alta capacidad de captación y un mayor entendimiento del que nosotros podemos darnos cuenta. No subestimemos a nuestros hijos, no creamos que porque son bebes no entienden lo que pasa a su alrededor o que lo olvidaran prontamente, quizás olviden el episodio pero no las conclusiones que de el sacaron.
No digo que esto sea sencillo, ¡no lo es! ¿Quién dijo que la maternidad lo era? Es sólo que tenemos que hacer nuestro máximo esfuerzo en ser coherentes con nuestros mensajes tanto verbales como no verbales.