viernes, 9 de diciembre de 2011

Las princesas y el matrimonio

Al día siguiente de asistir a un matrimonio, la princesa esta recostada junto a mí en el sillón de la sala y me dice que quiere casarse con su único amiguito. Yo miro a mi hija que ni siquiera ha soplado tres velitas en un pastel de cumpleaños y pienso que ver a una mujer en vestido de novia bailando con su esposo vestido de muñequito de torta puede estimular muchas ideas en alguien tan chiquita como mi hijita.

Mi hija continua la conversación diciéndome: quiero ser una princesa para casarme!! Y yo le digo que ella ya es una princesa y que no necesita casarse salvo que ella realmente quiera hacerlo. Ella se sonríe y me mira con cara de “ay mamá que tonta eres” y me dice: pero es que todas las princesas se casan mamá!!!.

Yo buceo en mi cerebro y efectivamente no encuentro ninguna princesa, que mi hija conozca, que no se haya casado al finalizar el cuento: Aurora (la bella durmiente), la cenicienta (que no se porque no tiene nombre), Thiana (la de la princesa y el sapo), Rapunzel, Ariel (la sirenita) y hasta Mulan que aunque no es princesa sino una guerrera igual se casa con el General Shang en la segunda parte de la película.

Recuerdo entonces una clase de literatura en la Universidad donde se mencionó como los cuentitos de hadas marcan las expectativas que las mujeres tenemos respecto a nuestro futuro y como de alguna manera conseguir marido y casarnos se convierte en nuestra lucecita al final del túnel. No quiere decir que no queramos ser profesionales, trabajar, viajar, tener muchos amigos, construir nuestra propia historia y tener un final feliz que no implique necesariamente matrimonio pero allí esta dentro de nosotros esa idea que nos persigue, que nos acusa, que nos hace pensar que quizás algo “nos falta” si optamos por un camino distinto.

Yo confío en que esta conversación con mi hija sea sólo parte de su ilusión infantil del baile con el príncipe en un gran salón y que no se vuelva la obsesión de su vida, supongo que actualmente toda madre espera que su hija pueda alcanzar sus mas caras aspiraciones y que estas estén vinculadas al éxito profesional y a no a conseguirse marido. Aunque claro tampoco es que no nos gustaría que un día viajando por el mundo nuestra hija conociera a un príncipe de esos pocos que la realeza europea aún tiene que viera lo maravillosa, inteligente y exitosa que ella es y de pronto le propusiera matrimonio, a mi si me gustaría je je je.

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